BRIDGETON — En una mañana fría y helada reciente, más de una docena de voluntarios se agruparon en el calor de una tienda ubicada debajo de las sombras del Aeropuerto Internacional St. Louis-Lambert.
“Hemos estado aquí desde las 8 a.m.,” dijo Claudia Cortez, tomando una caja de galletas Ritz con una mano y un paquete de puré de manzana con la otra antes de meterlos en una bolsa de plástico.
Cortez es cocinera en El Guanaco, un restaurante local salvadoreño que se ha unido a una creciente lista de casi 50 negocios latinos en St. Louis que participan en una huelga laboral de una semana.
Ella también es solo una voluntaria que ayuda a clasificar miles de dólares en donaciones destinadas a residentes del área de St. Louis sin estatus legal — los mismos miembros de la comunidad que han estado viviendo con el temor de los planes de deportación masiva del presidente Donald Trump y la posibilidad de que Missouri imponga sanciones más estrictas por residir en en estado.
“Hay varias familias que han perdido sus trabajos porque tienen miedo de salir y manejar,” dijo Gabby Moreno, una de las fundadoras del grupo de ayuda mutua Manos Unidas STL. “Hay familias que han tenido [a familiares] detenidos por ICE que eran su principal fuente de ingreso, y en este momento no tienen manera de subsistir.”
![Mosha Betancourt, center, helps sort and package thousands of dollars of donations during a food drive for people without legal status held by Manos Unidas STL on Wednesday, Feb. 12, 2025, in Bridgeton.](https://npr.brightspotcdn.com/dims4/default/1bcaee2/2147483647/strip/true/crop/3000x2000+0+0/resize/880x587!/quality/90/?url=http%3A%2F%2Fnpr-brightspot.s3.amazonaws.com%2F3a%2F95%2F8103d4b246a6afcca074b881ae0d%2F021225-bm-aid-2.jpg)
![Various Hispanic cookies, peppers and toiletries are packed up before being given to people without legal status held by Manos Unidas STL on Wednesday, Feb. 12, 2025, in Bridgeton.](https://npr.brightspotcdn.com/dims4/default/d0f5457/2147483647/strip/true/crop/3000x2000+0+0/resize/880x587!/quality/90/?url=http%3A%2F%2Fnpr-brightspot.s3.amazonaws.com%2F2c%2F14%2F5047c3bc464e8ea9c451755d882c%2F021225-bm-aid-3.jpg)
Los esfuerzos del grupo de ayuda mutua para asistir a los que no tienen estatus legal y enfrentan inseguridad alimentaria son la respuesta más reciente en una movilización repentina de activistas comunitarios que luchan por oponerse a la agenda política de la administración presidencial.
Una coalición con sede en St. Louis lanzó recientemente una línea de ayuda para reportar actividad del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU (ICE). Una abogada en Fairmont City también ha estado preparando numerosas certificaciones de tutela legal y poderes notariales para personas que temen ser deportadas.
Después de recibir cientos de mensajes y llamadas desde el anuncio de la huelga laboral, Moreno se dio cuenta de que la necesidad de la comunidad era mayor de lo que pensaba.
“Es muy perturbador porque no deberíamos tener miedo,” dijo Moreno. Es por eso que ayudó a crear Manos Unidas STL. “Estamos aquí para apoyar a esas familias y que sepan que no están solas.”
Moreno dijo que al ver los crecientes desafíos que algunos inmigrantes en su comunidad enfrentaban, se sintió inspirada a conectarse con un pequeño grupo de individuos con ideas afines en las redes sociales. Eventualmente nació el grupo autodenominado “un grupo de mujeres latinas valientes unidas para combatir la injusticia racial y exigir igualdad.”
Sandy Arango, asistente administrativa que trabaja con varias empresas de construcción de la zona, dijo que decidió unirse al grupo de ayuda mutua después de ver cómo el tono sobre la inmigración en la comunidad — y en todo el país — se ha vuelto cada vez más combativo.
“He escuchado a amigos [en el trabajo decir], ‘Oye, sabes, la gente de las casas les está diciendo a la empresa que no queremos a estos hispanos o mexicanos en el trabajo,’” ella dijo, añadiendo que algunos clientes incluso pedían a los dueños de negocios que trajeran “un equipo blanco para la casa.”
![Gabby Moreno, co-founder of Manos Unidas STL, screens a call asking for assistance during a food drive held by the mutual aid organization on Wednesday, Feb. 12, 2025, in Bridgeton.](https://npr.brightspotcdn.com/dims4/default/a5344d6/2147483647/strip/true/crop/3000x2000+0+0/resize/880x587!/quality/90/?url=http%3A%2F%2Fnpr-brightspot.s3.amazonaws.com%2F98%2Fc2%2F95009f1e4e5d88a88dac1f89205d%2F021225-bm-aid-7.jpg)
La represión migratoria se ha convertido en uno de los temas clave de la administración Trump. Aún así, ha sido criticada por académicos legales, grupos religiosos y activistas locales. Pero no todos apoyan los esfuerzos de grupos como Manos Unidas STL.
Mosha Betancourt, otra voluntaria que está organizando decenas de bolsas de alimentos y suministros de higiene, dijo que ha recibido reacciones en contra, e incluso algunas amenazas, debido a su trabajo apoyando a personas sin estatus legal. Betancourt dice que no pudo tomarse una semana libre de trabajo porque vive de sueldo en sueldo — pero aún así ha encontrado maneras de ayudar.
“Vivo de mis ventas. Si no vendo un día, ¿qué voy a hacer? Pero eso no es motivo para no ayudar,” ella dijo. “Tal vez no puedas ayudar monetariamente, pero hay mil maneras en las que puedes ayudar.”
Moreno y otros organizadores enfatizaron que entienden que no todos pueden participar de la misma manera.
“Sabemos que no todos pueden cerrar las puertas porque tienen miedo de dejar a sus empleados sin pago,” ella dijo, añadiendo que muchos negocios han donado comida o dinero en su lugar. “[Eso] no significa que vamos a boicotear su negocio ni hablar mal de ellos porque estamos aquí para unir a todos — queremos unidad, no división.”
La huelga y la colecta de alimentos son solo el comienzo de lo que Moreno y su grupo están planeando.
“Estamos tratando de abogar por los inmigrantes y ojalá logremos una reforma migratoria pronto porque todos lo merecemos,” ella dijo. “Todos hemos estado aquí... trabajando desde el amanecer hasta el atardecer, haciendo lo que podemos para brindar una mejor vida a nuestras familias.”
Mientras las últimas bolsas de productos se contabilizan y los voluntarios comienzan a regresar a sus casas, Arango y Moreno se sientan a la luz que se desvanece y reflexionan sobre el trabajo que aún queda por hacer.
“Solo me gustaría ver a la gente ser más amable con los demás — tener más simpatía hacia los inmigrantes,” dijo Arango. “Somos todos humanos, y creo que todos merecemos el mismo respeto.”